La digitalización del dept. financiero como vacuna empresarial frente al COVID-19

La incertidumbre mundial provocada por la irrupción del COVID-19 conlleva a decretar el aislamiento como única y efectiva medida sanitaria, reduciendo o incluso paralizando la actividad comercial de las empresas que no son imprescindibles a fin de contrarrestar la pandemia.

Este confinamiento, adoptado por países de los cinco continentes, es una de las medidas que implica el entumecimiento de la economía global, al igual que el efecto producido por las guerras en antaño, donde se observa la escasez de los recursos ante el abastecimiento de las primeras necesidades.

La recesión que nos acontece, liderada por los sectores del transporte, turismo, hostelería y energía, guardan gran relación con el sector financiero, afectado en menor medida por sus refuerzos en las previsiones de liquidez, sobre todo las entidades bancarias españolas, que superan con creces las recomendaciones del Banco Central Europeo. Sin embargo, el sector financiero es afectado por la paralización de los movimientos ante un riesgo exponencial envuelto en la incertidumbre actual.

Actualmente, esperamos que esta crisis sanitaria sea temporal y no a medio plazo, teniendo en cuenta que se ha convertido en una crisis económica y puede afectar a la confianza de los agentes e incluso derivar en una crisis de crédito. Se observa que el mercado teme unas medidas de aislamiento como las que ha implantado China, desencadenando una recesión más severa que la del 2008, debido al riesgo del aumento de impagos y la quiebra de las empresas en situación débil, arrastrando a su vez a las entidades bancarias.

Junto a esto, desde el lado empresarial, los ingresos de las empresas se han visto reducidos drásticamente, induciendo a tener pérdidas por no poder hacer frente a los gastos, dando lugar a despidos en el peor de los casos. Este estrangulamiento de liquidez ha forzado a buscar usar las líneas de crédito bancarias para poder financiarse o pagar las deudas. Sumado a esto, los departamentos financieros son imprescindibles a la hora de tomar una decisión ante el estado de recesión actual, en el cuál, predomina la volatilidad y la incertidumbre. De hecho, el crédito es el protagonista y la digitalización es la vía por la que se realizan las únicas actividades comerciales permitidas por el estado decretado.

Ante esta situación, la pregunta central que todo equipo directivo de una empresa tiene que plantearse es cómo subsiste una compañía y su departamento financiero. Y es que, además de invertir recursos, es imprescindible trabajar en varios ámbitos que son los pilares sobre los cuales se apoya cualquier proceso de transformación de una organización.

Los negocios no se pueden planificar en un futuro impredecible, y ante la situación actual, es necesario llevar a cabo una gestión por escenarios alternativos a fin de controlar y conocer el mayor número de variables que afecta a nuestro mercado, y por ende a nuestra empresa. Ante esto, la flexibilidad y la agilidad de nuestras decisiones, junto a la cooperación, son unas ventajas que nos aportan las herramientas digitales con sólo adaptarlas en nuestro negocio.

Tras esto, la adaptación a nuevos modelos y nuevos sistemas de organización es la cualidad empresarial más importante de la actualidad, en la que la incertidumbre del futuro acecha al mercado en todo momento y como con la actual crisis sanitaria, nuevas formas de generar valor, como el teletrabajo, puede dar a nuestra entidad la posibilidad de no incurrir pérdidas.

Llegado a este momento, las inversiones en tecnologías deben de haberse producido con el propósito de ayudar a nuestros empleados, facilitándoles un espacio de trabajo en cualquier lugar y en todo momento. Sin embargo, debe de existir o tener en cuenta otras soluciones para realizar nuevas inversiones que aparezcan de imprevisto.

No se debe de olvidar, en estos momentos de confinamiento, la unidad y cooperación que se ha mantenido hasta el momento para organizarse ante posibles riesgos ha de mantenerse o incluso reforzarse. Ese “idioma” que nos ha facilitado el trabajo conjunto debe de evolucionar a los nuevos sistemas de organización adoptados en la actual situación de la compañía, otorgando facilidades para observar la creación de valor e incluso obteniendo un enfoque en un entorno más complejo e incierto con el propósito de asumir nuevos riesgos existentes en el mercado, respaldados por la cooperación aportada.

Por último, es necesario e incluso obligatorio, el planteamiento de cualquier situación que pueda acontecer a la compañía en un corto o incluso medio plazo. De esta manera, prepara a la organización de los posibles riesgos que pueden presentarse y las acciones de contingencia que necesita llevar a cabo para contrarrestarlos.

Ninguna organización puede sobrevivir sin unos departamentos digitalizados y flexibles ante las incertidumbres que se depara el futuro, a fin de adaptarse a los nuevos sistemas de organización y poder cumplir los objetivos de la compañía sin dejar de generar valor.