La economía mundial en tiempos de guerra comercial de Trump
La economía mundial, que ha crecido un 45% en la última década, da señales de enfriamiento y ya desde hace tiempo se escuchan voces preocupadas por una posible nueva recesión. El principal motivo de intranquilidad en estos momentos tiene nombre y cargo propio: el presidente de EEUU, Donald Trump. La guerra comercial que ha abierto el republicano, una de las puestas en escena de su lema America First (Estados Unidos primero), amenaza con convertirse en el principal elemento de desestabilización económica mundial. Se dirige especialmente contra China, en un enfrentamiento que tiene también elementos de lucha geopolítica, pero no se limita al gigante asiático. Que se lo digan a México y Canadá, socios comerciales preferentes de EEUU, que sufrieron las embestidas y amenazas de Trump durante la renegociación del Nafta, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. La Unión Europea estuvo también en la mira del mandatario en una batalla que necesitó de una visita a la Casa Blanca del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, para ser desactivada en julio de 2018. Las amenazas de Trump contra los europeos, no obstante, no han cesado. Y en abril de este año volvió a amagar con arrojar aranceles contra ellos tras la caída de beneficios de Harley Davison en el primer trimestre. Una de las características del presidente estadounidense es su impredecibilidad, y eso, cuando se conjuga con la economía, acaba resultando en incertidumbre, algo que, ya se sabe, no gusta a los mercados.
En la guerra contra China, que es entre todas las abiertas por Trump la que mayor dimensión ha cobrado, las negociaciones entre Washington y Pekín no muestran avances. La fecha límite para alcanzar resultados se ha prorrogado, mientras las dos partes combaten una contra otra a golpe de tarifa. El veto Google a Huawei, consecuencia de una lista negra elaborada por Trump bajo el argumento de la seguridad nacional, es el último capítulo hasta el momento en esta guerra.
La preocupación se ha dejado ver recientemente, por ejemplo, en un aumento del índice VIX del 25%, reflejo de la mayor volatilidad observada en los mercados, tal y como recogemos en nuestro último Boletín Trimestral de Coyuntura Económica FOCUS. Hemos asistido además a una caída generalizada de las bolsas y a un descenso, en abril, del índice PMI de manufacturas global, que se ha situado en valores de junio de 2016. En el mercado de materias primas, la disputa comercial también ha frenado en seco la escalada que acumulaba el precio del petróleo desde que arrancara el año.
La zona euro -y en esto hay consenso- será una vez más la más afectada este año por la debilidad del comercio mundial. La eurozona tiene la mayor ratio de exportaciones por habitante del mundo y es una economía muy dependiente del exterior, especialmente Alemania, donde las exportaciones suponen cerca del 50% del PIB. La Europa del euro es el área del mundo que menos ha crecido desde 2008. Con un rechazo a la inmigración al alza y una limitación de la concesión del crédito y de la inversión de capital por trabajador, consecuencias de la Gran Recesión y la crisis bancaria, la única vía para aumentar el crecimiento potencial europeo es la innovación. Pero lo cierto es que hay muy poca investigación básica europea que se traduzca en inversión y empleo, lo que deja a Europa retrasada frente a China y EEUU en lo que a las vanguardias tecnológicas se refiere. A corto plazo, la única forma de reactivar la economía europea es que el comercio mundial aumente su crecimiento.
EEUU mantiene el suyo por el tirón de la demanda interna, con el empuje que supuso la bajada de impuestos del pasado año. El país norteamericano atraviesa desde 2009 el segundo ciclo expansivo más largo de su historia. Las bolsas estadounidenses vuelven a estar sobrevaloradas, especialmente las empresas tecnológicas, como se vio en 2001; la deuda de las familias se sitúa por encima de la de 2008; el déficit público estructural está próximo al 5% del PIB y la deuda pública, próxima al 100%. La Reserva Federal mantiene una actitud prudente respecto a subidas de tipos de interés futuras y los mercados están apostando hoy por que así sea durante todo el año. Pero el mercado de trabajo en EEUU se mantiene en plena forma. Y si los salarios encuentran espacio para nuevos crecimientos que lleven la inflación a cotas moderadas -aunque por encima del 2%-, podría volver el miedo a al menos dos nuevas subidas, trayendo consigo inestabilidad en los mercados y un endurecimiento en las condiciones financieras. Esto, a su vez, puede reavivar las preocupaciones en torno al crecimiento de la primera economía mundial.
En lo que se refiere a las economías emergentes, que en los últimos diez años han crecido un 75%, una tregua de la Reserva Federal en su proceso de subidas de tipos de interés sería positivo para ellas porque probablemente permitiría un dólar algo más débil en términos efectivos. Eso beneficiaría a las economías más endeudadas en dólares. Por el contrario, les afectaría negativamente que se cumplieran las peores perspectivas sobre el acuerdo comercial entre China y EEUU por sus efectos adversos en las relaciones comerciales. Además, un mayor precio del petróleo tras la subida reciente aumentará la inflación en los países importadores, lo que reducirá el consumo y empeorará el saldo exterior y el fiscal, dando un menor margen de maniobra a las políticas monetarias de estos países.