Estamos ante un momento de incertidumbre. Tras unos años de fuerte crecimiento que han servido para paliar algunas de las heridas abiertas por la crisis (no todas), la economía se encamina ahora hacia una fase más madura. Así, instituciones como el FMI y la OCDE han rebajado sus previsiones globales de crecimiento, ambas esperan que el año 2018 se haya cerrado con un crecimiento del 3,7%, frente al 3,9% que pronosticaban hace unos meses y han rebajado su previsión global hasta el 3,5% para este año, mientras que advierten de los crecientes riesgos. Sobre el tablero se dibujan notables incertidumbres: por ejemplo, el elevado volumen de deuda pública (el endeudamiento soberano en el conjunto de la OCDE ha pasado del 49,8% en 2007 a representar ahora el 70% del PIB), o el auge global del populismo, como se ha podido ver recientemente en países como EE UU, Brasil, Italia y Reino Unido, donde la inminencia del Brexit ha introducido un nuevo factor de incertidumbre mundial. A esto se unenla desaceleración del comercio mundial; la presión migratoria global, el avance de la desconfianza entre consumidores y empresarios, que afectan a las decisiones de inversión y factores estructurales que afectan particularmente a las economías desarrollas, como es el envejecimiento de la población. No obstante, el estado de salud es todavía bueno. La economía mundial no está en recesión, al contrario, la tasa esperada de crecimiento sigue siendo relevante. Pero dada la magnitud delos nubarrones que gravitan sobre el horizonte, este es el momento en el que las empresas están obligadas a prepararse, ante lo que está por venir. Y, a diferencia de ciclos anteriores, en ese ejercicio de preparación la transformación digital es la piedra angular. Tan relevante es que se puede considerar que los datos son el nuevo oro líquido de la economía mundial, el petróleo digital que las empresas deben explotar y gestionar adecuadamente preparadas para un entorno en el que la incertidumbre y la volatilidad serán la característica dominante.
Actualmente el valor de los datos es más que evidente, apenas un tercio de las compañías es capaz de extraer valor del Big Data. De hecho, muchas compañías ni siquiera tienen claro el concepto de Big Data, que es un conjunto de datos que cumple con la regla de las cinco V: Volumen; Variedad; Velocidad; Veracidad y Valor. Mediante las herramientas convencionales es imposible abordar la gestión del Big Data, se necesitan herramientas de Inteligencia Artificial. Y de acuerdo con los expertos, en un plazo de cinco a diez años, el 40% de las empresas no podrán sobrevivir si no se adaptan al entorno de las nuevas tecnologías.
Si esto es tan claro, ¿por qué las empresas están tardando en reaccionar? En primer lugar, hay factores objetivos en relación al Big Data, como es el hecho de que se requiere una gran inversión para poder dotarse de un sistema eficaz de almacenamiento y procesamiento delos datos digitales. En segundo término, la nueva era digital exige perfiles profesionales que hasta la fecha escaseaban, como son los llamados científicos de datos, capaces de interpretar y utilizar los datos en la estrategia de negocio. Por otra parte, es obvio que es preciso contar con un elevado nivel de protección y seguridad ante ataques informáticos que pongan en peligro la seguridad de los datos de la empresa.
Pero al mismo tiempo, la adaptación digital obliga a un cambio de mentalidad. No solo basta la innovación tecnológica. Es preciso dar un giro de 180 grados a la filosofía de la gestión del riesgo de crédito. ¿Qué es lo que caracterizaba hasta ahora a las empresas españolas en este sentido? Hasta ahora lo que dominaba es una actitud reactiva, es decir, las corporaciones se ponían en movimiento cuando sucedía algún evento imprevisto, un impago. Lo que se impone es cambiar de enfoque y pasar a una gestión proactiva, trabajando desde el principio para anticiparse. Y, en este sentido, la aplicación de técnicas de Machine Learning, mediante las cuales las máquinas pueden aprender, es lo que nos ha permitido enAtlax 360 desarrollar modelos predictivos extraordinariamente dinámicos y depurados. Nuestro objetivo es democratizar la gestión del riesgo de crédito y hacer accesible a cualquier tipo de empresa estas nuevas técnicas de gestión de riesgo, sin necesidad de que tengan que acometer una inversión cuantiosa.
Estos son mensajes que van calando en el empresariado, pero, de momento, poco a poco. El número de empresas que consiguen llevar a producción sus proyectos de Big Data es residual y la mayoría de las empresas admiten no tener todavía una cultura de decisiones basada en datos.
Pero el hecho es que, como decíamos al principio, el petróleo de la nueva era de la economía digital son los datos. No es casualidad la transformación empresarial que ha tenido lugar a nivel global: hace 10 años, el top ten de las mayores compañías del mundo estaba liderado por empresas industriales, fundamentalmente petroleras; hoy son las grandes tecnológicas las que han ocupado su lugar y son los nuevos gigantes. Las empresas tienen delante una enorme oportunidad mediante la gestión profesionalizada y avanzada de sus datos. Es el momento de aprovecharla y dar un paso adelante.