Cuando el presidente de la Reserva Federal habla, el resto del mundo escucha. Es una obviedad tratándose del banco central más poderoso del mundo, cuyas decisiones impactan en buena parte de la economía mundial. Pero se hace aún más relevante cuando el proceso para normalizar la política monetaria llega a un punto de inflexión y su estrategia se ve sometida a múltiples factores de presión. El lenguaje en esta situación de incertidumbre es más importante que cualquier decisión para hacer de guía y evitar sorpresas.
La Fed tiene una misión: sostener la expansión económica en EEUU, con un mercado laboral robusto y precios estables. Y trata de hacerlo evitando los errores que detonaron la pasada crisis. El gran experimento que puso en marcha su entonces presidente, Ben Bernanke, para rescatar el sistema financiero entra ahora en una nueva fase en laque la realidad y las expectativas bailan una compleja danza.
Pero el proceso de normalización está atascado. La última vez que se tocó el precio del dinero se hablaba de cuatro subidas más de tipos como las posibles para llegar a una posición neutral. Incluso en ese escenario, iba a estar dos puntos porcentuales por debajo del nivel previo a la recesión. En enero se procedió a una pausa y ahora se consideran incluso dos recortes.
¿Fue el incremento de diciembre un error? La Fed responde que en ese momento se justificaba la decisión. Pero la incertidumbre global creció y la inflación en EEUU se mantiene por debajo del objetivo del 2%. La debilidad de los precios es lo que más preocupa a Jerome Powell, el actual presidente de la Fed. La economía rinde razonablemente bien y el mercado laboral es robusto, pero eso no se refleja en la ecuación de la inflación.
Los precios se movieron buena parte del año pasado en EEUU muy cerca del objetivo simétrico del 2%. Pero empezaron a contraerse en el primer trimestre. Y aunque los últimos datos reflejan un repunte, es menor de lo esperado y deseado por la Fed. La tendencia para el conjunto del ejercicio es que se muevan en el 1,7%.
Aunque la misión de la Fed es que su política monetaria beneficie a los estadounidenses, también se guía por los riesgos alrededor del mundo. Ahí encuentra corrientes cruzadas que pueden forzar a cambiar de estrategia. Los indicadores de crecimiento cuestionan la solidez del crecimiento global, la incertidumbre creció por la batalla arancelaria con China y en paralelo emergió la tensión geopolítica con Irán.
La baja inflación es el gran quebradero de cabeza de los bancos centrales mundiales. Mientras la Fed levanta el pie del freno de los estímulos, el Banco Central Europeo revisa el plan para desmontar las medidas de emergencia que activó tras la crisis de la deuda soberana para evitar una moderación del crecimiento mayor de la esperada. Los efectos de la guerra comercial afectan a Europa más que a EEUU, especialmente a Alemania.
La ansiedad lastra la confianza de empresas e inversores. Y la política que siga la Fed tendrá un efecto en la economía latinoamericana por dos vías. EEUU es uno de sus grandes socios y dependen de su ritmo de crecimiento. Luego está el efecto de la política monetaria en el tipo de cambio del dólar y cómo se refleja en el coste de la deuda. La bajada de tipos de interés podría tener un impacto positivo en Latinoamérica a través de un descenso allí del precio del dólar y de la propia reducción de los tipos de los bancos centrales latinoamericanos, lo que podría llevar a un aumento del consumo y una reducción de su propia inflación.
La Fed y los otros bancos centrales mundiales tienden a guiar sus economías domésticas moviendo los tipos de interés a corto plazo y comprando bonos. Así consiguen, al mismo tiempo, que los inversores busquen oportunidades en otros activos de mayor riesgo, lo que explica que Wall Street aplauda que Powell y Mario Draghi, el aún presidente del Banco Central Europeo, garanticen que actuarán si la situación económica empeora o no mejora.
Wall Street interpretó el tono “dovish” de Powell como que habrá recorte a final de julio. Pero el hecho de que la Fed abriera la puerta en su última reunión no significa que vaya a hacerlo. Cualquier decisión será más dependiente ahora que nunca de los datos que lleguen sobre el rendimiento de la economía. Pero ¿realmente un recorte sería efectivo? ¿Y cuándo acabaría? ¿La acción preventiva le quitará munición?
El recorte de tipos sería la forma de la Fed de mostrar su compromiso firme con el objetivo de inflación. No es solo que una inflación estable en el 2% sea un valor. Si se mantiene muy baja durante un periodo prolongado, el tipo neutral también lo hace y le deja menos espacio para actuar, lo que a su vez le obliga a recurrir a otras herramientas para llevar adelante su misión más allá de los tipos al tratar de evitar la próxima recesión, que no solo impactaría en EEUU, sino en amplias zonas del mundo, incluidas Europa y Latinoamérica.
Sandro Pozzi
Periodista especializado en finanzas y está afincado en Nueva York, donde cubre la Reserva Federal.