La economía mundial, en busca de un rumbo definido

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Es un hecho que la economía global lleva meses perdiendo fuerza y, si hace relativamente poco se hablaba del inaudito crecimiento mundial sincronizado, ahora la desaceleración también es generalizada. Así, en nuestro último Boletín Trimestral de Coyuntura Económica FOCUS destacamos una serie de riesgos a los que hay que prestar atención y que están condicionando esa búsqueda de un rumbo definido en la que está embarcada la economía mundial.

Así, en nuestro boletín subrayamos el impacto negativo que ya ha tenido sobre el comercio mundial la guerra comercial iniciada por EE UU: en 2018, el crecimiento mundial de las exportaciones fue del 4%, un dato que no solo es inferior al de 2017, sino que además es prácticamente la mitad que el ritmo de hace una década.

Del mismo modo, hay que recalcar que claramente la economía china se está desacelerando. Más allá del enfrentamiento con EE UU, lo cierto es que las exportaciones y el crecimiento del gigante asiático se están debilitando. El dinamismo de China aún es muy importante, pero no es el de hace tan solo unos mesesy el ritmo de expansión del PIB es el más bajo desde 2009. Esta debilidad no solo afecta al sector exterior, sino también al consumo doméstico, que las autoridades chinas aspiran a convertir en la palanca del nuevo modelo económico. Por ejemplo,en las recientes festividades con motivo del Año Nuevo Chino, el consumo con pago por tarjeta y móvil experimentó un crecimiento del 8% interanual, frente al 11% que había registrado en 2018. Al mismo tiempo, el proceso de desapalancamiento también se ha detenido. China está intentado combatir la desaceleración con medidas como recortes de impuestos e incrementos del gasto público, pero la ralentización económica sigue presente y continúa irradiándose al resto del continente.

En el otro lado del mundo, EE UU mantiene su crecimiento por el tirón de la demanda interna en un ciclo expansivo que está a punto de cumplir 10 años. Sin embargo, el empuje del consumo doméstico viene determinado por la bajada de impuestos impulsada por la Administración Trump y que va a ir perdiendo fuelle. Al mismo tiempo, la deuda de las familias ya se encuentra por encima de los niveles de 2008; el déficit estructural está próximo al 5% del PIB y la deuda pública roza el 100%, todo ello en un contexto de mercados bursátiles sobrevalorados, especialmente en el sector tecnológico. La Reserva Federal se ha visto obligada a interrumpir su plan de subida de tipos y señalar ahora que “será paciente”, tras haber llevado el precio del dinero al rango del 2,25%-2,5%. El temor a un sobrecalentamiento de la economía estadounidense es real.

América Latina es una de las pocas regiones de las que se espera que mejoren su ritmo de crecimiento durante este año, hasta el 2%, según los últimos pronósticos del FMI, si bien las previsiones están a expensas de la evolución de los precios internacionales de las materias primas, el comercio mundial y la incertidumbre política que predomina en algunos países, con especial atención al caso de Venezuela y sus repercusiones en el resto de la región.

En Europa, todo gravita en torno al asunto del Brexit, de profundas consecuencias económicas y políticas tanto para Reino Unido como para el resto de la UE. Todas las posibilidades siguen abiertas a pesar de cada vez queda menos para la fecha límite, fijada para el día 29 de este mes. A esto hay que añadir los indicadores adelantados de PMI que confirman el deterioro económico de Alemania, Francia e Italia, que ya ha entrado en recesión. Toda esta situación ha hecho que el BCE no profundice en la esperada normalización de la política monetaria, anuncie una nueva ‘barra libre’ de liquidez para la banca a partir de septiembre y haya dejado la subida de tipos de interés (actualmente al 0%) para, como pronto, la última parte del año sin descartar que finalmente ésta llegue a partir de 2020.

En definitiva, la economía mundial se encuentra en una encrucijada: aún mantiene una fuerte velocidad de crucero, pero los riesgos a la baja y los focos de incertidumbre no dejan de proliferar.

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